LVI

No hay palabras que expresen
la verdad de la vida,
por más que de quien es desconocida
en la boca no cesen.

Y nada hay que al Amor
pudiera enriquecer, pues no hay verdad
ajena a su verdad
y su poder perenne creador.

Y es el Tao, tan simple y tan profundo,
su silencio y su cántico sonoro,
que, ajeno a su apariencia, es el tesoro
más precioso del mundo.

Lao Tsé