XXI

El Tao anima el vacío,
y no hay calor y no hay frío,
ni velatorio o sarao,

que no llene, noche y día,
el poder y la alegría
que en sí mismo alberga el Tao.

El Tao es luz y es tiniebla,
y hasta los sesos amuebla
del homínido ignorante,

que en la ilusión de las formas
inventa caducas normas
merced al Tao constante.

El Tao es verdad, lo ve
el que prendido en su fe,
que es sapiencia, lo disfruta.

Y el Tao, que fluye y fluye,
se ofrenda y no disminuye,
nos acciona y ni se inmuta.

Lao Tsé

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