Sólo aquel que se modera,
presta servicio al Edén
y a los hombres, por su bien,
disfrutando su virtud.
Esa virtud que se dobla
por la perenne bondad
del Tao y la dignidad
del alma fiel que lo sirve.
Alma fiel que en su poder
y en su infinito misterio
gobierna el enorme imperio
de los súbditos felices.
Gran logro el del noble santo
que trasciende a quien le ladre
y se apropia de la Madre
que da vida al Creador.
Lao Tsé
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