El Tao siempre se ofrenda,
y a cambio no exige prenda
o pone precio,
y es por ello que lo ignora
el mortal que llora y ora,
porque es necio.
Nuestras vidas son los ríos
y al mar van los albedríos,
dijo el bardo.
Y si en la diana diera,
es que el Tao el alma fuera
de su dardo.
Siempre ha habido el sabio vate
y el cantor del disparate
zafio y cutre,
mas son nada sin la ciencia
del Tao, de cuya esencia
se les nutre.
Lao Tsé
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