XLI

El hombre supremo oye al Tao,
practícalo con diligencia;
el hombre, no obstante, sin ciencia,
lo trata como a un bacalao,
porque va calao de inconsciencia.

El hombre ordinario se mofa
de cuanto del Tao deduce,
debido a que el mismo no luce
ante la de más baja estofa
cabeza casual que se cruce.

El Tao es la forma sin forma
y al hombre cortito no cuadra,
que es libre porque se desmadra
se piensa ante onírica norma
a la que constante le ladra.

Empero, hasta al hombre que tiene
la cúspide inmersa en serrín,
el Tao innombrable sostiene,
que si el serse necio conviene,
no es tal su principio ni fin.

Lao Tsé

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