LXVI

Reina el mar y sus ríos
sobre todos los valles y montañas
porque, dejando a un lado las patrañas,
les dan de corazón sus albedríos,
con esa entrega pura
que exhibe con orgullo la Natura.

Igualmente sucede con el santo
que aspira a dirigir al pueblo suyo:
debe vencer cualquier absurdo orgullo
y descubrir la magia y el encanto
de su gente sencilla, y esas alas
que de las almas buenas y las malas
apuntan en quietud cada capullo.

Así consigue eso:
triunfar del mejor modo,
que es victoria de todos y de todo,
sin que a ninguno aplaste por su peso.
E igual la más inquieta
como la gente mansa,
disfruta y no se cansa
de aprender de su santo y su poeta,
el glorioso profeta
que como no ve en nada su contrario
nadie halla nunca en él un adversario.

Lao Tsé

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