El Tao de verdad no puede asirse,
ni puede por el hombre ser nombrado,
que no existe palabra entre sus lenguas
que pudiera expresarlo.
Su nombre es ese génesis perenne
y la madre inmortal de inmaculado
corazón que florece en su misterio
siempre multiplicándonos.
Comparte en el no-ser cuantos enigmas
son accesibles al poder humano,
y somos como somos
cuando somos junto a su ser sagrados.
Ser y no-ser es en verdad lo mismo
en diferentes voces disfrazado,
y a su infinita y pura desnudez
oscuridad llamamos.
Aquel que la oscurice
tiene toda su autoridad a mano,
la puerta del espíritu del hombre
y aquella que da acceso a lo más alto.
Lao Tsé
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