Lo correcto es pararse antes que el tope
de la dorada taza se desborde
y quemes esas manos
seducidas por necias ambiciones.
La espada que se afila
mil veces, día y noche,
va perdiendo su fuerza y se asemeja
al alma del fantoche.
Un palacio repleto de tesoros
se vuelve la peor de las prisiones,
y el multimillonario en su soberbia
sólo se ha de quedar con sus cordones.
Pero el santo regala retirándose
todo el fruto que dejan sus acciones,
y sin buscarlo nunca
de todo lo que da le queda el doble.
Lao Tsé
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