VI

Nunca puede ni el tiempo ni el espacio,
ni el caos, ni el veneno, ni la trola,
matar la Eternidad feliz del Valle
cuya fértil verdad jamás se agota.

El Valle de la danza y la pureza
que no pudo venir ni vendrá nunca,
en cuyo umbral perenne permanecen
las vísceras de una mujer oscura.

Esa Madre inmortal que es la raíz
del Todo, de la Nada y del Edén,
de ese Valle de risas que no muere
y que plácido habita en cada ser.

Lao Tsé

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