No entiende el santo varón
de los inciertos colores
que entorpecen los amores
y hacen fuerte a la ambición.
No entiende en su condición
de aquellos cinco sabores
que producen amargores
al buen gusto y la razón.
Y aquellos atronadores
llantos ensordecedores
enmudecen ante el son
del alma del hombre santo,
que no hay nada como el canto
que nace en su corazón.
Lao Tsé
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